Dirigida por la canadiense Jane Osborne, «Drive» es un cortometraje en el que los personajes en lugar de moverse naturalmente, lo hacen por medio de movimientos coreográficos. La obra sugiere la «reiteración de actos» y con ello la rutina en la vida de la personaje principal, pero, ¿quién es o qué representa el personaje masculino?
«Drive» fue mi primer acercamiento a la videodanza. Me lo mostró una querida amiga bailarina y, como dicen los españoles, simplemente «flipé». Trasladar la danza del escenario teatral al de las escenas de un relato fílmico me pareció rebelde, que abría nuevos campos expresivos a la danza y que acercaba al público audiovisual a un arte no masivo.
Y no se trataba solo de filmar o grabar una danza, sino de transferirla o incorporarla a otro lenguaje para crear uno nuevo. Por ejemplo, «Drive» se podría definir como un cortometraje en el que los personajes en lugar de moverse naturalmente, lo hacen por medio de movimientos coreográficos, pero en las locaciones que dicta el guion. Aquí hay planos, montaje, no un mero registro o una aproximación mayor al videoclip como proponen muchos exponentes de la videodanza.
Ves «Drive»
Parte 1
Esta obra dirigida y coreografiada por la canadiense Jane Osborne en 2006, con la colaboración audiovisual de Jeff Pelletier, sugiere la «reiteración de actos» y con ello la rutina en la vida de LA PERSONAJE PRINCIPAL (interpretada por Vanessa Mayrand), aunque la aparición de un PERSONAJE MASCULINO (Diego Maranan) siembra la duda: ¿es alguien que ya no está en su vida y del cual extraña los hábitos compartidos, o bien es su «yo interno» que, transfigurado en energía masculina, la acompaña a todos lados «manejándola» o empujándola a realizar sus actos?, ¿o es quizás un símbolo del trabajo representado en lo masculino que interfiere en la vida de una mujer las 24 horas del día?
Surgen muchas preguntas e interpretaciones en el relato mientras la realizadora nos deleita con movimentos propios de la danza para acciones tan cotidianas como contestar el teléfono o tomar una fotocopia; o con el uso de espacios insospechados para una coreografía como la cama, el interior de un auto o el habitáculo de una oficina; además de hacer convivir a la música original de Melissa Badura con el sonido diegético. También juega con el código arquitectónico tan utilizado en la videodanza, transformando casi en escenario teatral a una plaza con desniveles. Son cosas que aprendí de mi amiga bailarina y que este corto exhibe como uno de los episodios más reprwsentativos de este formato.
Ves «Drive»
Parte 2
Más Información en
Jane Osborne en Company 605