Una mirada a la obra “Reichstag Envuelto” de Christo y Jeanne-Claude, artículo escrito después de conocerse la muerte de la artista el 18 de noviembre de 2009 a los 74 años. Christo Vladimirov Javacheff también dejó este mundo en 2020, pero el legado de sus trabajos sigue maravillando.
Antes de que alguien me acuse de oportunista por escribir apenas llega la muerte de un artista, está bien, me auto-acuso, pero no es menos cierto que hay tanto por maravillarse y criticar que es imposible apuntarle a todos y en el momento preciso. Pero, a la vez, la muerte también es una oportunidad para redescubrir, volver a estudiar o dar otra mirada a las obras. Sí, porque finalmente son ellas las que prevalecen y no la contemporánea adulación al artista y a su vida, la que es solo una parte del todo. La obra en cambio, sí logra vida propia aunque sea en forma anónima. Reflexiono sobre esto después de enterarme de la muerte de Jeanne-Claude, la esposa y compañera de travesía artística del instalador búlgaro Christo.
El trabajo de la pareja Christo/Jeanne-Claude es algo que me ha fascinado siempre, especialmente sus populares envolturas gigantes. Cubrir de tela enormes edificios o grandes espacios, es un juego de dos caras que admiro enormemente. Por un lado, la grandeza inalcanzable sí se torna alcanzable por el ser humano. La domina, pero no con la rudeza bruta del bombardeo o la maquinaria pesada. Aquí la dominación corre por cuenta de la estética, de la manualidad y el sentido del tacto. Y, por otro lado, de una u otra forma las grandezas se empequeñecen, dándoles el aspecto de una vulnerabilidad desconocida, donde hasta las grandes moles pueden llegar a convertirse en un mero paquete, uno de los símbolos del mercado, por lo que la idea de protegerlos después surge espontánea.
Reichstag envuelto
Reichstag envuelto (Proyecto para Berlín Occidental – «Der Deutsche Reichstag»), Collage 1972. Lápiz, carbón, pastel, cera, tela, grapas, fotografías, mapa y cinta. 22 x 28 «(56 x 71 cm). Colección privada. Foto: Archivo © 1972 Christo
Es la sensación que tuve cuando en 1995 llamaron la atención del planeta con esa instalación llamada “Reichstag Envuelto”, donde cubrieron con tela el edificio del Bundestag, el parlamento alemán. La capital germana, en los albores de la reunificación, vivía con esta acción artística una fascinación propia de la magia que la caracteriza hasta hoy. Desde entonces Berlín, la ciudad donde todo se transforma, abrió sus brazos no sin dificultad a uno y otro proyecto imposible y polémico, ya sea por lo descabellado o por lo costoso (o ambos), como ocurrió con la nueva y pretenciosa Potsdamer Platz, con la osada y bellísima Estación Central (Berlin Hauptbahnhof) inaugurada para el mundial de fútbol en 2006, o con el Holocaust Mahnmal (Memorial del Holocausto) y sus 2.711 bloques de hormigón.
Y no es casualidad que solo tras la caída del muro recién pudieran llevar a cabo esta hazaña. Jeanne-Claude y Christo debieron bregar por más de 24 años para poder obtener la autorización, la que finalmente llegó después de convencer a cada una de las autoridades (352 parlamentarios visitados), 54 visitas a Alemania entre 1976 y 1995, y antes de que al edificio le fuera repuesta su antigua cúpula (destruida por el incendio de Hitler en 1933 y el bombardeo aliado en 1945), convertida ahora en un hermoso domo transparente que puede ser recorrido a través de una rampa espiral. El 25 de febrero de 1994, el parlamento alemán que aún sesionaba en Bonn, discutió durante 70 minutos antes de dar el permiso final a esta acción de arte.
Desarrollo de la Envoltura
Christo y Jeanne-Claude. «Reichstag Envuelto», Berlín, 1971-95. Foto: Roland Bauer. © 1995 Christo
Diez empresas alemanas comenzaron a fabricar el material en septiembre de 1994 según las especificaciones de los ingenieros. Entre marzo y junio de 1995, 90 escaladores y 120 trabajadores instalaron estructuras de acero en las torres, techo, estatuas y floreros de piedra para que los pliegues de tela pudieran caer en forma de cascada desde la azotea. Para la envoltura del Reichstag se utilizaron más de 100.000 metros cuadrados de tela de polipropileno y 15.600 metros de cuerda del mismo material en color azul. Las fachadas, las torres y la azotea fueron cubiertas por 70 paneles de tela.
Finalmente el 24 de junio de 1995 la obra fue entregada para la admiración del público. El Reichstag se presentaba al mundo blanco y plateado, con su dureza convertida en pliegues ondulantes. Durante dos semanas el público admiró la tarea desde la Plaza de la República, esa gran explanada de pasto que está frente a su fachada, la misma que sirvió de huerto para la hambrienta Berlín de la postguerra. Y la admiró también desde la curva del Spree, y de reojo desde la vecina Brandenburger Tor (La Puerta de Brandenburgo), y a la distancia desde la Siegessäule (La Columna de la Victoria) que Win Wenders convirtiera en “punto de encuentro de los ángeles”. Y al mismo tiempo, pero a mucha mayor distancia, a más de 13 mil kilómetros, unas pocas imágenes en los noticieros me maravillaban a mí también.
Christo y Jeanne-Claude, «Reichstag envuelto», Berlín, 1971-95. Foto: Wolfgang Volz © 1995 Christo. A la izquierda la curva del Spree, a la derecha la Plaza de la República. Arriba al centro, la Avenida Unter den Linden y la Puerta de Brandeburgo. Arriba a la derecha el inicio del Parque Tiergarten.
Uno de los elementos estrictamente artísticos que tanto Christo como Jeanne-Claude intentaron rescatar fue la fascinación de los artistas por la tela. Tal como lo explicaron en sus comunicados “desde la antigüedad al presente, formando pliegues, plisados y tejidos, la tela es una parte significativa de pinturas, frescos, relieves y esculturas hechas de madera, piedra y bronce. El uso de la tela en el Reichstag sigue la tradición clásica. La tela, como la ropa o la piel, es frágil, esto traduce la calidad única de la impermanencia”, lo que tiene comienzo y fin.
Una vez concluida la obra temporal, todos los materiales fueron reciclados sin dejar rastro alguno del trabajo en el edificio intervenido.
Christo y Jeanne-Claude, «Reichstag envuelto», Berlín, 1971-95. Foto: Wolfgang Volz © 1995 Christo. Mirada en altura al inicio de la Calle del 17 de Junio y la Puerta de Brandeburgo.
Mirada Personal
Con los años pude entender mejor qué es lo que me había impactado de esta intervención artística. Desde mi óptica, envolver al edificio de los representantes del pueblo era un mensaje para que el propio pueblo reflexionara y asumiera su propia cuota de culpa por las divisiones que (supuestamente) ya se terminaban con la unificación. Que las debacles no corrieron solo por cuenta de emperadores con resabios prusianos, por la depresión mundial o por dictadores locos. Que el apoyo popular recibido por los nacionalsocialistas pavimentó el camino para que Hitler asumiera como canciller y luego como líder de la estupidez humana. Que esa decisión desencadenaría una guerra que dividió al mundo y, con los años, convertiría a su capital en el símbolo del reparto.
Quizás sin proponérselo, la dupla consiguió que el Reichstag envuelto en tela fuera como un niño envuelto en pañales, el símbolo de una nación que volvía a nacer. Por eso debía ser ESE edificio y en ese momento histórico, aunque el regalo simbólico de Jeanne Claude y Christo no se ceñía solo a una importancia a nivel local. Berlín era el centro de las divisiones políticas del mundo, por lo que ese edificio envuelto era, a la vez, el parlamento envuelto de cada una de nuestras naciones, el símbolo de cada uno de nuestros errores que nos llevó a guerras civiles, golpes de estado y dictaduras protegidas por una gran parte del pueblo, tal como sucedió en Alemania. Ese era el gran mensaje de los paños que cubrían el parlamento alemán. Que detrás de cada tragedia, existe una mitad de «compatriotas» que apoyaban las medidas totalitarias y de fuerza, que hay colegas y familiares a los que no les importa la muerte del vecino si es un “rival”. Envueltos en tela, los simbólicos edificios se transforman en un espacio para la reflexión colectiva. Hay que evitar el dolor y la guerra, pero también hay que aprender a convivir con esa mitad violenta que habita el mundo.
Christo y Jeanne-Claude. «Reichstag envuelto», Berlín, 1971-95. Foto: Wolfgang Volz © 1995 Christo
El futuro tras la muerte de Jeanne-Claude
Anexo publicado en 2019
Christo recuerda la envoltura del Reichstag | Reportaje del Programa Euromaxx (Deutsche Welle).
Anexo publicado en 2020
Según informó el sitio web oficial de la pareja [*], «el artista Christo Vladimirov Javacheff, conocido como Christo, falleció hoy por causas naturales, el 31 de mayo de 2020, en su casa en la ciudad de Nueva York. Tenía 84 años de edad». Su oficina señaló que como Christo y Jeanne-Claude siempre dejaron en claro «que sus obras de arte en progreso continuarán después de su muerte», y respetando los deseos de Christo, la obra «El Arco del Triunfo Envuelto» seguirá su plan de ser exhibida entre el 18 de septiembre y el 3 de octubre de 2021 en París, Francia.
[*] Del artículo “Christo (1935–2020)”. Comunicado de prensa (31/05/2020). En: Christo and Jeanne-Claude (https://www.christojeanneclaude.net/press/christo-1935-2020).
christojeanneclaude.net
por Denis Eduardo Leyton
(publicado originalmente el 20/11/2009)