«Los Pájaros», la novela corta de Daphne du Maurier convertida en película por Alfred Hitchcock, es un relato fascinante, mucho más de lo que los cambios realizados en el filme sugieren. ¿Qué diferencia a ambas obras? Lo que se mantiene, lo que se dejó de contar y los aportes fílmicos. Una mirada a los distintos escenarios y personajes, así como lo más relevante propuesto por du Maurier: lo simbólico.
Lo que siempre me sedujo de esta película, y lo sigue haciendo, fue el ver cosas que supuestamente no se muestran en un relato fílmico de industria, como ver a niños picoteados mientras huyen de pájaros asesinos. U otros niños más pequeños aún que, frente a sus inocentes narices, escuchan el imprudente diálogo de adultos sobre cómo las aves atacan y matan a la gente, al punto de provocar un ataque de nervios a su madre. Me parecía audaz, porque éramos niños y jóvenes viendo el filme por televisión, ignorantes de que existía una etapa británica en la filmografía del director inglés. En ella, por ejemplo, está «Sabotaje» (1936) y allí un chico que transportaba una bomba sin saberlo, muere en la explosión. El realizador era un provocador, pero no lo sabíamos y disfrutábamos de este largometraje del señor de la tele, el de «Alfred Hitchcock Presenta», más bien con inocencia e impresionados con estas aves asesinas. Y entonces me sedujo la sorpresa y «Los Pájaros» está llena de ellas.
Alfred Hitchcock fue un genio que supo manejar el suspenso como nadie, no escondiendo aquí los ataques, pero sí espaciándolos en el guion para crear el gran clímax al final. Todos sabemos lo que va a ocurrir, pero él nos quita el dulce de la boca con habilidad para que esperemos más cosas. Y no me explayaré en otros temas que son sinceramente elementos de una obra maestra, como los efectos especiales (realizados hace casi sesenta años); los efectos de sonido de pájaros que funcionan tan aterradores como las mismas piezas musicales que Bernard Herrmann compuso para filmes de Hitchcock y otros realizadores [1]. O secuencias completas como la de la protagonista sentada afuera de la escuela mientras a su espalda los cuervos empiezan a tomar posesión sobre los juegos del patio. O los planos picados y contrapicados al interior de la casa mientras los personajes escuchan a los pájaros afuera tratando de ingresar.
Alfred Hitchcock durante el rodaje de “Los Pájaros”.
O ese magnífico plano secuencia de dos minutos donde la madre del personaje masculino llama por teléfono, mientras la amplia profundidad de campo nos permite apreciar una pequeña coreografía de acciones cotidianas detrás de ella —la pequeña hermana entrando y saliendo de la cocina, él trayéndole agua a la invitada, ella curioseando mientras espera, ambos sentándose mientras comienzan a escuchar lo que la madre habla—, todo con apenas un leve reencuadre a la derecha y después con un pequeño dolly in cuando la dueña de casa termina de hablar y avanza unos pasos hacia ellos. Si todo puede verse en un solo plano, no hay necesidad de introducir otros, pareciera proponer Hitchcock, pero también quizás lo hizo para ponernos los pelos más de punta mientras esperamos algún Plano Detalle o el Primer Plano de las miradas de los otros personajes. Todo ello es cautivador, pero cierto es que otros han escrito cientos de líneas más completas de lo que yo pueda hacer, e incluso lo han mostrado [2].
A lo que quiero referirme, es que luego de haber leído la cautivadora Novela Corta [3] de Daphne du Maurier, con sus imágenes de bombardeos aéreos que nunca se explicitan, pero que «se ven» y se sienten, me hacen separar esas técnicas formidables y sentirme cada vez más lejos de las necesidades burguesas que Hitchcock plantea en sus contenidos, como los amores de los ricos, algo más propio de las telenovelas. Du Maurier, una escritora británica que si bien siempre fue súper ventas, ha empezado a tener un especial reconocimiento en los últimos años. Ella supo viajar por diferentes géneros (aunque algunos la encasillaban solo en la novela romántica) y «Los Pájaros» fue quizás su primer gran giro rupturista.
La escritora británica Daphne du Maurier
Argumento
«Los Pájaros» de Daphne Du Maurier: En un pueblo costero del suroeste de Inglaterra, un granjero llamado NAT HOCKEN observa el extraño comportamiento que están teniendo las aves. Y no solo las gaviotas que buscaban comida cerca de la orilla del mar, sino de todos los ejemplares que habitan la zona. Hasta que una noche los pájaros atacan su casa introduciéndose en la habitación de sus hijos. A la mañana siguiente intenta averiguar si alguien más ha sufrido ataques, pero nadie le da importancia a su relato. Sin embargo, las aves se siguen reuniendo, anticipando nuevas ofensivas. Pero ya no es solo su casa, esa que ya tiene con sus ventanas protegidas y con toda su familia durmiendo en la cocina. Por la radio se enteran que los ataques se suceden en todo el país. La muerte se hace presente entre sus vecinos y se preguntan por qué las fuerzas armadas no intervienen para protegerlos. De pronto la narración sobre una pequeña comunidad que vive un extraño fenómeno, se convierte en un desesperanzador relato apocalíptico: la radio ya no transmite y Nat y su familia se encierran en su casa indefinidamente sin que sospechemos si saldrán con vida de allí.
«Los Pájaros» de Hitchcock: En una tienda de mascotas en San Francisco, California, MELANIE DANIELS (Tippi Hedren) [4] conoce a un hombre, MITCH BRENNER (Rod Taylor), del que se siente atraída. Él busca una pareja de Agapornis (Aves del Amor) [5] para su hermanita CATHY (Veronica Cartwright) que está de cumpleaños, pero tras un desencuentro con Melanie se va sin encargarlos. La mujer busca sorprenderlo y tras averiguar dónde vive, le lleva ella misma los pájaros, pero un vecino le señala que pasará el fin de semana en la costa. Se traslada hasta allá, arrienda una lancha y le deja como sorpresa el regalo en su casa, pero él la descubre y va a su encuentro en el pueblo. Sin embargo, cuando Melanie está a punto de llegar al muelle, es atacada por una gaviota. De ahí en más el relato nos sitúa entre los indicios de un romance entre la pareja; la exnovia, ANNY HAYWORTH (Suzanne Pleshette), que se presenta entre celosa y atraída por la figura de la visitante: la madre posesiva de él —LYDIA BRENNER (Jessica Tandy)—: y las aves que comienzan a hacer ataques espaciados, como alistándose para el gran asalto a los habitantes del lugar.
El Escenario
Como decía antes, la película de Hitchcock comienza en la ciudad, en San Francisco, principalmente en una tienda de mascotas donde se produce el primer encuentro entre Melanie y Mitch. Luego las acciones se centran en el pueblo costero de Bodega Bay [6], donde viven Lydia y Cathy. Esta mezcla de balneario y caleta de pescadores ubicado en la costa pacífica de Estados Unidos a un par de horas de la ciudad de los tranvías y del puente Golden Gate, posee un benévolo clima mediterráneo. La película muestra mucha gente, sol, cafetería, autos y una estación de combustible que explota.
En el caso del novela corta de Daphne du Maurier, las acciones también suceden en un pueblo costero, pero en el suroeste de Inglaterra, en el condado de Cornualles (Cornwall, en inglés) [7]. Aquí no hay presencia de una invitada de la gran ciudad. De hecho, la única referencia a Londres, por ejemplo, se hace cuando los personajes escuchan lo que sucede en la capital y en todo el país por las noticias de la radio («a las seis cesó la música. Sonó la señal horaria. No importaba que se asustasen los niños, tenía que oír las noticias. Hubo una pausa. Luego, el locutor habló. Su voz era grave, solemne. Completamente distinta de la del mediodía. «Aquí Londres —dijo—. A las cuatro de esta tarde se ha proclamado en todo el país el estado de excepción»). A diferencia de Hitchcock, su coterránea no buscó restarle importancia a «lo provinciano». La región costera es protagonista, sin necesidad de contrastes externos. Y funciona muy bien. Acaba de terminar el otoño, el cielo está más oscuro y en el lugar abundan las colinas, los árboles y existe actividad agrícola. Y a poca distancia el mar: «Las hojas, de un rojo dorado, se habían mantenido en los árboles y los setos vivos estaban verdes todavía. La tierra era fértil en los lugares donde el arado la había removido (…) Le agradaba que le encargasen construir un dique o reparar un portillo en el extremo más lejano de la península, donde el mar rodeaba por ambos lados a la tierra de labranza».
Los personajes
Alfred Hitchcock sabiendo que Hollywood es una industria y que el cine «son cuatrocientas butacas que llenar», no dejó de hacer otra historia que incorporara tensión sexual, algo que no se asoma ni por casualidad en esta novela corta (Du Maurier jamás rehuyó a la temática sexual, solo que esta historia no lo requería). Pero en lugar de hacerlo con personajes de Bodega Bay, y en una decisión muy despectiva, instaló junto al guionista Evan Hunter a la referida pareja de la ciudad como protagonistas, mientras los habitantes del pequeño pueblo costero son solo personajes secundarios. Por otro lado, y con una mirada en perspectiva, si la tensión sexual era importante para Hitchcock, es lamentable que no haya desarrollado más las sugestivas miradas de Anny a Melanie. Para ahondar en la decisión de Hitchcock, el abogado Mitch y su enamorada son dos personajes acomodados (especialmente ella). El contraste de la citadina figura de Melanie —hija mimada del «dueño de uno de los periódicos más importantes», con sus tacos altos, su abrigo, el caro convertible Aston Martin, ¡hasta la pluma con la que escribe la tarjeta de regalo!— en medio de este pueblo provinciano, centra la mirada de la historia, por lo tanto, si lo pretendido era mostrar cómo hasta el más poderoso es víctima de la naturaleza molesta, el objetivo se anula por el mismo desarrollo de la historia que magnifica sus privilegios. Además, para darse el gusto recurrente, el realizador inglés avecindado en California decidió que fuera «rubia».
Daphne du Maurier, en cambio, escogió como protagonista a Nat Hocken, un granjero, excombatiente inglés que «debido a una incapacidad contraída durante la guerra, disfrutaba una pensión y no trabajaba todos los días en la granja», por lo que realiza su trabajo de forma tranquila. Este es un detalle no menor, porque la serenidad del espacio y personajes son concordantes. Los ataques no son solo hacia las personas, sino al lugar. Nat es un hombre responsable con su familia (esposa y dos hijos), así como con sus empleadores. Es dentro de esta vida pausada que descubre el movimiento extraño de las aves. Es el único que entiende que algo malo está por suceder, asumiendo una actitud protectora no solo con los suyos, sino con todos sus vecinos. Si una desgracia está por suceder, los afectados no serán solo los habitantes de las grandes urbes.
El Símbolo
Para muchas personas el ataque de las aves propuesto por la escritora británica sugiere una suerte de castigo a la humanidad por su mal comportamiento. De una u otra forma eso está presente y se trata de una premisa muy actual, cuando se habla que muchos de los desastres de hoy en día asociados al cambio climático, son una forma de «revancha» de la naturaleza hacia el hombre. Para mí, no hay que demorarse mucho en la lectura de «Los Pájaros» de Daphne du Maurier, escrito en 1951, para empezar a notar una metáfora de los ataques aéreos nazis sufridos por Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. El relato se publicó una década después del cese de los continuos bombardeos de la Luftwaffe que, entre otras ciudades británicas, descargó sus bombas con especial interés en el puerto de Plymouth, cercano a Fowey, el pueblo en Cornualles donde vivía Du Maurier.
Pero incluso hay referencias a batallas lejanas del conflicto y a otro integrante del Eje como Japón y sus aviones kamikaze: «Había pájaros muertos por todas partes. Bajo las ventanas, contra las paredes. Eran los suicidas, los somorgujos, y tenían los cuellos rotos». Pero «Los Pájaros» de Du Maurier también da cuenta del nuevo «enemigo». Tras el termino de la Segunda Guerra Mundial el mundo se dividió en dos y dio inicio a la Guerra Fría. El nuevo oponente de la Corona es la Unión Soviética y sus aliados ubicados preferentemente al este de Alemania: «Se despertó poco después de las dos y oyó el ruido del viento en la chimenea. No el furioso bramido del temporal del Sudoeste que traía la lluvia, sino el viento del Este, seco y frío». La autora tampoco rehúye lo político-estructural y lo hace notar cuando la esposa de Nat se siente indefensa, sintiendo que aquellos que deben defenderles solo parecen hacerlo con rapidez cuando hay que hacer callar los clamores populares:
—Que lo intenten —replicó Nat—. ¿Cómo van a conseguirlo?
—Cuando los portuarios se declaran en huelga, ya llevan al Ejército a los muelles —contestó ella—. Los soldados bajan y descargan los barcos».
La radio que ya no transmite y los ataques de las aves que no se detienen, llevan a los personajes al desencanto, a ser presas del miedo. Pero un miedo que va más allá de perder sus propias vidas. Es el miedo a la muerte de la especie. Los pájaros matando personas representan también esa guerra fría de potencias armadas con ojivas nucleares. Es la impresionante carga que transmite este relato, mucho más allá de la mera situación peculiar de las aves.
Esta mirada Hitchcock no la ignoró, pero le dio mucho menos importancia respecto de los ataques en sí. Lo concentró en la escena del restorán donde, tras el ataque de los pájaros a los niños de la escuela, una mujer experta en aves («la ornitología es mi pasatiempo») cuestiona a Melanie, ya que los pájaros no tienen la inteligencia para atacar a las personas. Ahí interviene un parroquiano algo bebido que empieza a recitar extractos de la Biblia y a repetir casi divertidamente «¡es el fin del mundo!». Es cuando ingresa un hombre que, muy al estilo republicano y del Club del Rifle, plantea que deberían matarlos a tiros: «¡consigan armas y acaben con ellas!». Lo mejor de esta secuencia es sin duda la presencia de una discusión de toda la sociedad representada en cada uno de los personajes presentes en ese Parlamento con forma de cafetería, pero sin llegar a definiciones.
Lo que para Daphne Du Maurier fue un recurso para plantear una crítica social, Hitchcock lo utilizó solo para que la ornitóloga le diera razones científicas para explicarle que eso sería imposible de ejecutar: «los pájaros han estado en este planeta desde el Archaeopteryx [8] hace 140 millones de años. ¿No le parece raro que esperaran todo este tiempo para declarar la guerra a la humanidad?». Apela a la historia, a la ciencia y la lógica, pero las aves asesinas están por encima de eso. En la novela corta es Nat quien le rebate a su esposa. Después de todo es un excombatiente que más bien le da razones logísticas ante una expresión de desesperanza.
Sinceramente, no es que crea que a Hitchcock no le interesara mayormente la humanidad. Fue un tipo inteligente que muy bien sabía dónde estaba parado (al momento del estreno solo habían transcurrido unos meses desde que el mundo viviera el mayor peligro en la historia de que una guerra nuclear entre la URRS y Estados Unidos fuera una realidad). Es solo que su interés final era que sus películas «funcionaran» y para eso había otros elementos más interesantes para él, pero superfluos como la historia de una pareja acomodada de la ciudad que está en proceso de seducción en un pueblo costero y que ella es rubia y millonaria.
Sus mensajes están muy ocultos y dudo que los espectadores hayan entendido al primer visionado el símbolo de los «pájaros del amor» a lo largo de película, las únicas aves que no atacan y que viajan en el auto con los supervivientes como símbolo del triunfo del sentimiento: «Irónico y necesario, porque el amor sobrevive a todas estas pruebas, ¿no?», le contó el realizador a François Truffaut en «El cine según Hitchcock» [9]. Tampoco hay que dejar atrás un detalle y es el hecho de que Hitchcock, respecto de sus películas, parecía mirar despectivamente a los autores de las obras que llevaba al cine. En otros encontraba las ideas, compraba sus derechos y luego transformaba todo sin darle mayor importancia al origen emocional de esas obras: «A pesar de lo que pudiera indicar la simple estadística, Hitchcock no tenía en alta estima los valores literarios de Du Maurier, aun cuando llevó a la pantalla tres de sus historias —Posada Jamaica, Rebeca y Los pájaros (The Birds, 1963)—» [10].
En el caso de la escritora, se dice que hubo decepción por el resultado del filme, pero no necesariamente porque Hitchcock haya hecho cambios, sino por lo trascendente de ellos respecto de la historia original. De hecho, a Du Maurier le encantaba, por ejemplo, la versión de la película «Don’t Look Now» de Nicolas Roeg basada en otra novela corta suya, pues a pesar de las variaciones, estas sí aportaban al espíritu gótico original de su obra. Sobre «Los Pájaros», en cambio, «estaba desconcertada en cuanto a por qué el gran director lo había distorsionado como lo había hecho. La diferencia entre la historia y la película es llamativa, aunque menos en la descripción del comportamiento inexplicablemente agresivo de los pájaros que en los personajes que se enfrentan a ellos y donde todo sucede» [11]. La fascinación técnica por Hitchcock se mantiene incólume en mí y diría que incluso se acrecienta cada vez más, pero para contenidos profundos, mejor me apresto a leer más relatos de Daphne du Maurier.
Ficha de la publicación
- Título: “Los Pájaros y otros relatos»
- Autora: Daphne du Maurier
- Editado por: El Paseo Editorial | Colección El Paseo Central (España-2017)
- ISBN 13: 978-84-945885-9-4
- Páginas: 272
- Edición original de la novela corta «The Birds» en: «The Apple Tree: A Short Novel and Several Long Stories», Gollancz (UK-1952)
Película disponible en
[1] En «Los Pájaros» Hitchcock optó por efectos de sonido en lugar de música, en una de las jugadas más atrevidas y exitosas del inglés. Luego de recibir una carta del músico Remi Gassmann desde Berlín, se trasladó hasta Alemania junto a Bernad Herrmann (el compositor de sus últimas películas) para conocer el «Trautonio», un fascinante instrumento musical electrónico creado por el alemán Friedrich Trautwein en 1929. El instrumento fue un antecedente del Sintetizador y el Sampler. Así se le habría la posibilidad a Hitchcock no solo de usar sonidos de pájaros (aleteos, picoteos, chillidos, etc), sino que manipularlos «musicalmente». De ese modo, Herrmann asumió el cargo de «Asesor de Sonido», mientras que Gassmann y Oskar Sala —este último el mayor exponente en el uso y perfeccionamiento del Trautonio— fueron los responsables de componer la «banda electrónica de sonido».
Para profundizar en el tema sugiero «The Twelve Lives of Alfred Hitchcock: An Anatomy of the Master of Suspense», por Edward White. ISBN 13: 978-1-324-00239-0. Editado por W. W. Norton & Company, abril 2021.
«The Birds»/«The Classic Film Scores of Bernard Herrmann», por George Kaplan, junio 2011. En Sitio Web de la Sociedad para la Apreciación de la Música de Bernard Herrmann • 1911-1975 http://www.bernardherrmann.org/articles/blog-herrmann100/4/
«Shrieks, Flutters, and Vocal Curtains: Electronic Sound/Electronic Music in Hitchcock’s
The Birds», por James Wierzbicki. En «Music and the Moving Image, Vol. 1, No. 2», editado por University of Illinois Press, 2008. https://core.ac.uk/download/pdf/212687589.pdf
[2] Para conocer todos los detalles de la filmación, sugiero ver el documental «All about The Birds», dirigido por Laurent Bouzereau. https://www.youtube.com/watch?v=VKeICkguiCs
[3] «Novela corta, noveleta, novelette o nouvelle, es una narración de menor extensión que la de una novela, aunque sin la economía de recursos narrativos propia del cuento. Los editores y sociedades literarias comúnmente describen la novela corta como un relato que se sitúa entre las 17 000 y 40 000 palabras». En https://es.wikipedia.org/wiki/Novela_corta.
[4] El guion le dio el nombre «Melanie» al personaje de Tippi Hedren, el mismo de su hija de 5 años en ese entonces, Melanie Griffith. Años más tarde tendría una nieta que también sería actriz: Dakota Johnson.
[5] Los Agapornis son pequeños y coloridos loros oriundos de África también conocidos como «inseparables» o «aves del amor». Erróneamente algunos los llaman «tortolitos», pero tórtola/tórtolo es un ave de la familia de las palomas que, al igual que los agapornis, ven al parecer con buenos ojos la vida en pareja, transformándolos también en símbolos del amor. Los inseparables de la película de Hitchcock parecieran ser de la especie «roseicollis». Los agapornis son «cualquiera de las nueve especies de loros pequeños, género Agapornis (subfamilia Psittacinae), de África y Madagascar. Los agapornis se caracterizan por sus bonitos colores y la aparentemente afectuosa proximidad de las parejas». En https://www.britannica.com/animal/lovebird
[6] Bahía Bodega es un pintoresco pueblo costero donde confluye el turismo con la pesca, ubicado en la costa pacífica de Estados Unidos a 108 km al norte de San Francisco. En rigor, la Bahía Bodega de la película fue el resultado de dos locaciones distintas que en el relato se fundieron en un solo pueblo: Bodega Bay y la cercana Bodega. Más información en https://www.bodegabay.com/
[7] Cornwall o Cornualles, es uno de los 47 condados de Inglaterra. “El condado de Cornualles es uno de los rincones más mágicos del sur de Inglaterra. Arropado por las aguas del mar Céltico y el canal de la Mancha, viajar a Cornualles es hacerlo a un territorio de naturaleza rotunda y carácter tradicional donde aún resuenan con fuerza las leyendas celtas y artúricas. Su clima es cambiante como la paleta de un pintor, y en lugares como St Ives -no dejes de visitar la Tate St Ives, espectacularmente asomada a la playa- o el castillo de Tintagel, donde dice la leyenda que nació el rey Arturo, comprobarás porqué Cornualles es desde hace siglos fuente de inspiración para los más grandes artistas ingleses. Y también podrás viajar al futuro al visitar The Eden Project, el invernadero más grande del mundo, con sus bio-cúpulas sacadas de una película de ciencia-ficción, y visitar el Minack Theatre, un espectacular teatro al aire libre construido en un acantilado sobre el mar». Ver https://www.visitbritain.com/es/es/inglaterra/sudoeste-de-inglaterra/cornualles
Para más imágenes espectaculares de Cornualles, ver https://www.youtube.com/watch?v=oM1T6NXjTeo
[8] «En 1861, se encontraba en una cantera alemana un fósil de una criatura que fue bautizada como Archaeopteryx lithographica (Urvogel, o “primer pájaro”). Se trataba del fragmento de un esqueleto en el que se apreciaban señales de la presencia de alas con plumas. Una vez fechado el fósil, se determinó que pertenecía al Jurásico superior, hace unos 150 millones de años. El animal habría tenido un tamaño de no más de 50 cm, similar al de los cuervos modernos (…) De hecho, los dinosaurios estaban genéticamente más próximos a las aves que a los reptiles. La localización de rarísimas muestras de tejido blando en un fósil de tiranosaurio (Tyrannosaurus rex) permitió su análisis genético parcial y la confirmación de esta teoría“. En «El descubrimiento del Archaeopteryx«, por La Redacción. En portal de divulgación científica NCYT (Noticias de la Ciencia y la Tecnología), 20/01/2020 https://noticiasdelaciencia.com/art/36259/el-descubrimiento-del-archaeopteryx
[9] «El cine según Hitchcock», capítulo 14, por François Truffaut. ISBN 13: 978-84-206-7427-8. Publicado por Éditions Roberts Laffont, Paris-1966; Éditions Ramsay, 1993; Alianza Editorial (castellano), 1974.
[10] En «Hitchcock», por Guillermo del Toro. ISBN-13 : 978-8467030129. Editado por Espasa, 2009.
[11] En «Mistress of menace», por Patrick McGrath. Artículo publicado en The Guardian, 05/05/2007 https://www.theguardian.com/books/2007/may/05/fiction.daphnedumaurier