El tercer cortometraje que Martin Scorsese realizó en su época universitaria es una pieza de culto y tiene forma de una «Gran Afeitada”. Construida sobre los sones de la trompeta de Bunny Berigan («I Can’t Get Started»), en solo 5 minutos vemos los contrastes de la violencia, el acostumbramiento a ella y la peligrosa sensación de que la sangre es divertida.