“El Duelo”, Steven Spielberg

Primera película dirigida por Steven Spileberg en 1971. “Duel” enfrenta a un automovilista común que se desplaza por una desértica carretera, con un camión asesino en un indeseado duelo a muerte (publicado originalmente el 19/08/2006).

 Justo antes de escribir este comentario, Steven Spielberg declaraba a la prensa mundial sus deseos de hacer películas de bajo presupuesto y que le hubiera encantado encabezar proyectos como “Capote” o “Buenas noches, Buena suerte”. Y no es casualidad. La última etapa de la filmografía de Spielberg es una demostración evidente de que la danza de millones no es garantía de buenos resultados. “Munich”, “La Guerra de los Mundos” (su peor película) y “Terminal”, parecieran ser ejercicios con demasiados cerebros involucrados.

De todos modos, este personaje es demasiado importante para mí. Es que, por ejemplo, gracias a la saga “Indiana Jones” vuelvo a sentir emoción, esa del juego de las aventuras, de esos grandes juegos de imaginación de la niñez. Alguien que logra eso en mí por un par de horas, o que es capaz de marcar mi vida con “E.T.” y “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”, merece todo mi respeto y admiración. Es entonces cuando retrocedo 35 años para encontrarme con su puntapié inicial, cuando no contaba con los dólares de hoy, para ver si logramos reencantarnos Spielberg y yo.

Steven Spielberg presentando «Duel» en Italia en 1972 (imagen: Amblin)

Durante muchos años no tuve la menor idea que “Duel” (1971) era obra suya. Las 3 o 4 veces que vi su primer largometraje en algún “cine de medianoche” de Canal 13 u otro espacio similar, me dejó aterrado, prendido y encantado. Y ahora vuelvo a sentir lo mismo. En “Duel”, Dennis Weaver personifica a David Mann, un automovilista que tiene un peculiar duelo a muerte contra un camión.
Dennis Weaver como David Mann.
La historia de “El Duelo” —una película para TV que, por su éxito, pasó al cine en Europa—, se plantea desde el punto de vista de un tipo común, un hombre tradicional que debe asistir a una reunión fuera de la ciudad. Ya en la carretera, empieza a sufrir paulatinamente el acoso de un camión, hasta que se transforma en directa agresión cuando lo saca de la carretera y lo hace estrellarse contra unas barreras. Ya en su cabeza daban vueltas las escenas de una discusión con su esposa la noche anterior. El problema interior planteado en el guion es bastante curioso, pues ella se queja de que él no la defendió ante un acoso sufrido en una fiesta.

Las preguntas quedan en el aire: ¿le gusta ver a su compañera con otros?, ¿estaba borracho?, ¿ya no siente interés?, ¿es un poco cobarde? En todo caso, cualquiera que fuese la posibilidad, no despoja a Mann del rótulo de hombre bueno, con dudas y tribulaciones, que adelanta con línea continua en la carretera, pero jefe de familia responsable de todos modos. Por eso es tan compleja la situación. Él sólo desea llegar a su reunión de trabajo, pero el camión no se lo permite, quiere jugar con él y desafiarlo a una ruleta callejera, cosas que un hombre medio, trabajador y padre de familia no hace. Y ahí está, asustado y temblando frente al espejo del baño de un restorán de carretera. Hasta que sale y descubre al presunto agresor entre los clientes.

Duel: escena de la lavandería.
David Mann decide intervenir en la historia, una que no es otra cosa que la estructura de una película de terror en que un asesino enmascarado va tras la niñera inocente. Spielberg traslada esa inocencia a un hombre, y a uno común y en un escenario común como una carretera, para decirle al ciudadano corriente que “también corre peligro” y que si vence la cobardía, también puede ser un héroe y sentirse parte del panteón estadounidense. Mann, el hombre común, desea enfrentar al enmascarado metálico, pero se equivoca. Increpa a la persona equivocada y ahora debe enfrentarse al camión en la carretera de manera directa.

Intenta llamar a la policía desde una cabina telefónica, pero el camión arrasa con ella y con la colección de insectos y serpientes de la dueña de la estación de bencina; intenta salvar a unos niños que van en un bus escolar, pero es el camión quien presta la ayuda (¿lo quiere dejar en ridículo también?); intenta adelantarlo una y otra vez, pero el camión siempre gana. Pero nuestro protagonista ha decidido huir a pie y observa a la distancia al camión que, detenido junto a su auto, lo desafía moviéndose hacia delante y hacia atrás a que continúen con el juego. Es en ese momento cuando Mann toma la decisión final. Esto ya no es sólo alcanzar a un conductor idiota al que insultas o al que intentas denunciar a la policía para salvarte y ayudar a la comunidad. No. Ahora la cosa es distinta: es un duelo a muerte.

Duel: David Mann escapando del camión.
La actuación de Dennis Weaver es sensacional: es una especie de Ned Flanders a quien cuesta extraerle la molestia, el enojo. Pero incluso cuando lo hace, es torpe. Cuando cree haber encontrado al chofer del camión en un restorán y lo encara, sigue siendo un hombre normal, molesto, pero normal. Jamás aflora su superhéroe interior ni nada parecido. Es la lucha de la estupidez humana vestida de camión cisterna de combustible en contra de la normalidad, de lo cotidiano.
Duel: El Camión acosando a David Mann.
Es una película de producción sencilla, de escaso presupuesto, de extraordinario guión. Los encuadres y tiros de cámara evidencian la expresividad de un joven lleno de energías que recién terminó de estudiar cine, dejando ver toda la influencia de la novelle vague francesa en una de las road movie más clásicas del cine estadounidense. Sigo sintiendo lo mismo por esta película. Un hombre talentoso como Steven Spielberg que a los 60 años lo posee todo, puede darse el lujo de encarar historias sencillas de manera magistral. ¡Filma barato, Spielberg! Lúcete, reconciliémonos.

Notas

Duel: storyboard.
  • “Duel” se rodó en ¡14 días!
  • En lugar de trabajar con una escaleta convencional, Spielberg le pidió a un artista que hiciera un mapa de la historia con cada punto clave (“criadero de serpientes”, “el café”, “el cruce del tren”, etc.), el que colgó en las paredes de la habitación del hotel en que dormía durante el rodaje para poder crear un plan de filmación que fue haciéndose casi en el camino.
  • Spielberg pidió dirigir “Tiburón” porque, entre otras cosas, le recordaba “Duel”. Encontraba que el escualo era como un camión subacuático.
  • Para la versión europea, Spielberg debió reunir a todo el equipo para rodar nuevamente la secuencia del tren, con el fin de alargar la película de 74 a 90 minutos.
  • En la escena en que el camión destruye la cabina telefónica, Spielberg se refleja por error.
  • Cuando se estrenó en Europa en las salas de cine en dimensión 1.85:1, en más de 17 tomas aparece Spielberg dentro del auto, por lo que tuvieron que expandir la imagen para sacarlo de cuadro.
  • Cuando dirigió “El Duelo” Spielberg tenía tan sólo 24 años.
Duel: escena de la cabina telefónica.

(fuente: “inside the actors studio”, 14 de marzo de 1999, capítulo 9, temporada 5).

 

  • Dennis Weaver murió el 24 de febrero de 2006 a los 81 años. Fue principalmente un actor de tv, destacando su participación en episodios de “Alfred Hitchcock Presenta”, “La Dimensión desconocida”, “Combate” y “Los Simpson” (voz en el capítulo 12 de 2002). Entre 1970 y 1977 fue el protagonista de la serie de tv “McCloud”, donde interpretaba a Sam Mcloud, un policía provinciano trasladado a la Nueva York.
  • Antes de escribir el guión, Richard Matheson publicó la historia en “Playboy”.
Dennis Weaver.

Dato agregado en febrero de 2020:

Enlace sugerido: Cuando elegir un camión es la parte más importante de un casting: ‘El Diablo sobre ruedas’, por Ángel Luis Sucasas para Motorpasión.

“Los Pájaros”, Daphne du Maurier / Alfred Hitchcock

«Los Pájaros», la novela corta de Daphne du Maurier convertida en película por Alfred Hitchcock, es un relato fascinante, mucho más de lo que los cambios realizados en el filme sugieren. ¿Qué diferencia a ambas obras? Lo que se mantiene, lo que se dejó de contar y los aportes fílmicos. Una mirada a los distintos escenarios y personajes, así como lo más relevante propuesto por du Maurier: lo simbólico.

Las piezas se ordenan: (re) descubriendo a Walter Tevis

El éxito de «Gambito de Dama» ha provocado una interesante externalidad: el rescate del autor de la novela que inspiró la miniserie. Más y más gente está descubriendo a Walter Tevis y su obra, una que está marcada por los relatos cortos, pero fundamentalmente por novelas que inspiraron películas de culto relacionadas con la vida del propio escritor. Sus personajes no solo juegan ajedrez como Beth Harmon, sino también al pool, mientras que otro, como su autor, se siente tan fuera de lugar que pareciera venir de otro planeta.

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«Hombre mirando al sudeste», Eliseo Subiela

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«El Inadaptado», Jens Lien

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En «La Ciencia del Sueño», Michel Gondry nos presenta una nueva historia de confusión entre sueño y realidad, tal como en «Eterno resplandor de una mente sin recuerdos». Pero en esta historia el trastorno mental no es sólo un tópico para el realizador francés, sino también una herramienta narrativa, una fuerza expresiva. Protagonizada por el mexicano Gael García Bernal (en uno de sus papeles más entrañables) y por la actriz y cantante francesa Charlotte Gainsbourg.

«Guion para un cine posible», Orlando Lübbert

«Guion para un cine posible» de Orlando Lübbert, es una extraordinaria guía tanto para quienes desean incursionar en la escritura de guiones cinematográficos, como también para quienes buscan perfeccionar la técnica. Pero también es una puerta abierta para conocer desde la teoría el proceso de construcción de guiones con el fin de comprender mejor los relatos fílmicos. Un libro que, a diferencia de otros ejemplares sobre guiones, posee como característica su perspectiva latinoamericana.

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«Un largo silencio», Eliseo Subiela

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