Guido Eytel nos regala en «Casas en el agua» un relato lleno de sarcasmo y humor, estructurado en torno a la fundación de un pueblo ficticio llamado San Estanislao de Rucaco en plena «Pacificación» de La Arucanía, y a la figura de su líder, un quijotesco y mediocre personaje llamado Rudecindo Guzmán Melgarejo, Sargento Mayor del Ejército chileno.
En la misma línea de otro libro comentado aquí, “Vientos de silencio”, de Juan Jorge Faundes, la historia del temuquense Guido Eytel «Casas en el Agua» (su primera novela) también nos ubica en el sur del continente americano, al otro lado de La Frontera, en plena tierra mapuche, dentro del contexto de ese genocidio y usurpación de tierras que los insignes y los ilustres llaman “Pacificación» de La Araucanía”. Con mucho sarcasmo y humor, el relato se estructura en torno a la fundación de un pueblo ficticio llamado San Estanislao de Rucaco, y a la figura de su fundador, un quijotesco y mediocre personaje llamado Rudecindo Guzmán Melgarejo, Sargento Mayor del Ejército chileno. Pero, ¿quién era este “visionario” militar? La respuesta la entrega en las primeras páginas el Coronel Urízar, su superior, cuando se ve presionado por un grupo de Monjas Trinitarias para ser escoltadas y protegidas de los indios en su camino a Valdivia donde piensan instalar una misión.
Guido Eytel (1997)
Claro, porque Guzmán sigue ensimismado en sus propios sueños y en Magdalena, su Dulcinea, una hermosa morena que se convierte en su mujer. La pluma de Guido Eytel se luce en los episodios eróticos de la pareja, en el despertar desenfrenado del apetito sexual de la joven esposa (“había germinado una semilla en Magdalena, pero no era la que don Rudecindo deseaba: era la quemante semilla del deseo, que había sido regada por los espasmódicos chorros del sargento mayor y entibiada y madurada por el manojo de venas que ella gustaba tomar en su mano para sentir como empezaba a desenrollarse, a estirar la piel y a adquirir toda su longitud y su fuerza”) y en las penosas argucias inventadas por el Sargento Mayor para evitar tanto desgaste (“para Magdalena no eran suficientes los lunes, miércoles y viernes que su esposo había instituido como días de jolgorio”).
Al Teniente Zilleruelo empiezan a apodarle “el Loco del río” por sus largas jornadas de espera en el lugar para volver a encontrarse con una joven especial. Se trata de Karina, la culpable de la locura del Teniente Zilleruelo. Esta mapuche de cabellera rubia es hija de un inmigrante alemán, Jacobo Muschgay (en directa alusión al díscolo y católico personaje Carlos Muschgay, a quien los estudiosos de la colonización alemana en Chile no le tienen simpatía), quien al sentirse traicionado por las políticas de Vicente Pérez Rosales, decide unirse al clan de Melihueno, el líder de los mapuche de la zona, para vivir como un hombre de la tierra más. Así conoce a la madre de Karina.
Sin duda uno de los elementos más logrados y que dota a “Casas en el Agua” de mucho humor, son las citas textuales de Servando Contreras, un periodista gobiernista que visita San Estanislao de Rucaco y quien escribe un libro titulado “Los vencedores de Arauco”. Las citas del libro del reportero (“unir la pujanza y la inteligencia del empresario con el valor y la imaginación del hombre de armas, ¡he aquí el secreto del progreso!”), se instalan para comparar y apreciar la mirada oficial de los hechos… lo que siempre causa risa.
Un libro imperdible.
Ficha del Libro
- Título: Casas en el Agua
- Autor: Guido Eytel
- Editado por: LOM Ediciones
- ISBN 10: 956-282-017-3
- Año: 1997 (Chile)
- Páginas: 162
(artículo publicado originalmente el 15/07/2007)
Nota publicada en 2019
Guido Eytel falleció en la madrugada del 10 de diciembre de 2018 a los 73 años, dejando un legado de 8 libros repartidos entre novelas, poesía, periodismo y relatos.