Mirada comparativa entre el libro «El Hombre Invisible» (1897) de H.G. Wells y de su mejor versión cinematográfica hasta ahora, la dirigida por James Whale (1933). Diferencias entre la novela y el guión de R. C. Sheriff, y los principios científicos propuestos tanto en el libro como en la película protagonizada por Claude Rains y Gloria Stuart. ¿Existe una novia en el argumento de Wells?, ¿en qué se basa el último reboot de Hoolywood: en la historia de Wells o en el guión cinematográfico?
En este blog no escribo sobre lanzamientos (o rara vez lo haré), sin embargo, lo que me motiva a escribir sobre este libro y película, es lo que leí hace unos días sobre un nuevo estreno de Hollywood: «basada en la novela de H. G. Wells«. Es importante aclarar que la película protagonizada por Elisabeth Moss y dirigida por el australiano Leigh Whannell, es más bien un guión basado en la película «El hombre invisible» de 1933, más que en el libro del británico. Y la clave está precisamente en el personaje de Moss: es en la adaptación cinematográfica dirigida por James Whale [1] y con supervisión del propio Wells, que se introduce el personaje de la novia del hombre invisible que en el libro no existe.
«The Invisible Man» fue escrita por el inglés Herbert George Wells y publicada por capítulos en 1897 en una desparecida revista llamada «Pearson’s Magazine» [2] y luego como libro en el mismo año. El punto de arranque de la historia es la llegada de GRIFFIN (llamado Jack Griffin en la película) al pequeño pueblo de Iping, más allá de la mitad del camino desde Londres a Portsmouth. La historia la conocemos: un hombre con una maleta que va vestido de abrigo, manos enguantadas, sombrero de fieltro, una prominente nariz roja, rostro vendado y sus ojos cubiertos por unos anteojos oscuros, llega a la posada con el tradicional nombre de «Coach and Horses» (Coche y Caballos) que en la película pasó a llamarse «The Lyon’s Head» (El corazón del león) —quizás porque está ambientada en tiempo «actual», por lo que en lugar de coches tirados por caballos hay modernos autos de la década del 30—. En el lugar es atendido por la SEÑORA HALL, llamada Jenny Hall en la película (Una O’Connor) y que en algunas versiones en español del libro, se la menciona también como «Doña Luisa». Ella lo instala en una habitación donde pretende pasar una temporada tranquilo trabajando en sus investigaciones.
El escritor británico H. G. Wells
Un antihéroe invisible
Griffin es un joven científico que ha descubierto la fórmula para la invisibilidad probándola con éxito en sí mismo, pero que no ha podido encontrar el modo de revertirla («¿Sabe usted que abandoné la medicina y la emprendí con la física, ¿no?… bueno, así lo hice. La luz me fascinaba»). Por eso su vestuario, pues sigue siendo invisible. Sin embargo, nada hasta aquí consigue que nos aproximemos emocionalmente a él. Creo que es el primer libro que leí donde un personaje empieza a caer tan mal desde un comienzo. A pesar de existir muchas historias donde el personaje principal es un villano o «protagonista antagónico» [3], hay ciertas explicaciones en sus vidas que consiguen que el proceso de identificación lector-espectador/personaje, se centren en un espacio de «comprensión» a pesar de sus reñidas actividades.
Por ejemplo, según Francis Ford Coppola (1992) el dolor de amor que muchos siglos antes le causaron a Drácula fue de tal magnitud, que de una u otra forma lo entendemos, a pesar de su vileza. O esa fascinación culposa que nos hace sentir por su psicología Hannibal Lecter, es compartida por multitudes. Y qué decir de la relectura de El Guasón que últimamente nos hace cuestionarnos la violencia en la sociedad y su verdadero origen. Sin embargo, en cada página de «El hombre invisible» estamos frente a una personalidad que se va tornando más desagradable, más déspota, a pesar de sus motivaciones. En ese sentido, el actor británico Claude Rains hace un trabajo notable en esta película de 1933, acercándonos mucho al imaginario psicológico y físico del personaje que nos describe Wells. Además, lo dotó de una especial voz, al igual que de una singular risa cuando enloquece, transformándolo en un personaje cinematográfico sumamente interesante. Sin ir más lejos, fue su voz y no su mediocre casting, lo que llevó a Whale a escogerlo.
Jack Griffin (Claude Rains) en su llegada a Iping (izquierda) y su invisibilidad en la posada (derecha).
El libro centra casi todo su primer tercio en el proceso que Griffin va viviendo en el pueblo de Iping y cómo es que la frustación va haciendo mella en él tras los contínuos fracasos de sus experimentos en la Posada. A diferencia de lo que los realistas literarios del siglo 19 como Balzac, Tolstói o Dickens conseguían con descripciones excesivamente extensas (para mí, las partes oscuras de libros entrañables), a fines del siglo Wells nos sorprendía dotando de «descripciones realistas» a hechos científicos o fantásticos al servicio del suspenso. Así, luego que el enmascarado trasladara a «Coach and Horses» todos sus cuadernos con notas, libros, herramientas y, lo más importante, las «mil y una botellas» con químicos para poder volver a ser visible, Wells nos va sumergiendo en los detalles que conforman el mundo de Griffin, con sus luces y sombras.
Pero junto con ir trabajando en sus fórmulas, los personajes del pueblo poco a poco lo transforman en el comidillo del lugar, a la vez que van produciendo una exasperación en él. Sin embargo, la película que dotó a todo este mundo pueblerino y secundario de mucho humor y caracterizaciones casi teatrales y bastante expresionistas, no espera tanto para la evolución de los hechos. En una inmensa elipsis, al final del primer acto del guión, ya nos trasladamos al lugar donde Griffin se volverá definitivamente un villano.
La Novia
Gloria Stuart interpretó a Flora Cranley, la novia de Griffin. Es la misma actriz que en 1997 hizo el papel de Rose anciana en «Titanic» de James Cameron.
Es importante aclarar que la versión cinematográfica es una producción estadounidense, no inglesa. Quizás por ello es que el guionista también inglés Robert Cedric Sheriff [4] incluyó una novia para el protagonista, para cumplir con ciertos dictámenes de una industria que ya era poderosa a inicio de los 30 y que sabía cómo influir en sus clientes-espectadores. Flora Cranley, la prometida de Griffin, fue interpretada por Gloria Stuart [5], la amorosa «viejita del Titanic» o la Rose ya anciana que relata los hechos en la película de James Cameron de 1997. Aquí Stuart de 22 años, es la hija del Dr. Cranley (Henry Travers), jefe de Griffin, quien solo la calma mostrando cierta confianza en su yerno. El tercero del equipo en un «trabajo sobre la conservación de los alimentos» es el Dr. Arthur Kemp (William Harrigan), quien además de criticar a Griffin por haberse ido sin decir adónde, se muestra abiertamente celoso pues está enamorado de Flora. Todo este entramado no existe en ninguna página del libro.
En la historia original Griffin era un estudiante antisocial un poco menor que Kemp, pero solo eran conocidos y en el momento de los hechos no trabajaban juntos. Y sobre el Dr. Cranley, cuando Flora trata de convencerlo de que acepte la ayuda de su padre para buscar una cura, Griffin le dice que su progenitor «tiene el cerebro de un mosquito». En el libro, el desprecio hacia el tutor recae en su profesor: «Oliver, mi profesor de Universidad, era un científico sin escrúpulos, un periodista por instinto [6], un ladrón de ideas. ¡Siempre estaba fisgoneando! Ya conoces lo picaresco del mundo de los científicos. Simplemente decidí no publicarlo, para no dejar que compartiera mi honor».
Algunos principios científicos
Jack Griffin realizando sus experimentos en la posada de Iping – «El hombre invisible» (1933)
Otro cambio profundo en ambas obras es la teoría científica que sustenta a «El Hombre Invisible» como una historia de Ciencia Ficción. Para Wells, el original Griffin es un físico: «Descubrí un principio fundamental sobre pigmentación y refracción, una fórmula, una expresión geométrica que incluía cuatro dimensiones. Los locos, los hombres vulgares, incluso algunos matemáticos vulgares, no saben nada de lo que algunas expresiones generales pueden llegar a significar para un estudiante de física molecular. En los libros, esos que el vagabundo ha escondido, hay escritas maravillas, milagros». Para la dupla Whale/Sheriff, en cambio, Jack Griffin es un químico: «Quería hacer algo grandioso, lograr lo que los científicos han soñado desde hace siglos, para conseguir fama y honores y que vieras mi nombre junto al de los grandes científicos del mundo… era terriblemente pobre, no tenía nada que ofrecerte, solo era un gris y humilde químico».
Mientras en el libro se elabora una interesante teoría sobre la óptica («sabes que un cuerpo absorbe la luz, o la refleja, o la refracta, o hace las dos cosas al mismo tiempo. Pero, si ese cuerpo ni la refleja, ni la refracta, ni absorbe la luz, no puede ser visible»), la película centra la investigación sobre las propiedades de la «monocaína» («una droga muy peligrosa… se obtiene de una flor que crece en el interior de la India. Borra el color de todo lo que toca. Antes la utilizaban para decolorar la ropa, hasta que se dieron cuenta que destruía el material… se probó en un pobre animal, un perro vagabundo, se le inyectó bajo la piel y el perro perdió todo su color, quedó completamente blanco… y poco después se volvió completamente loco»).
Jack Griffin (Claude Rains) | «El hombre invisible» (1933)
Mientras la locura para Wells es el resultado de la acumulación de frustraciones (de la vida y de los experimentos) y de la «claustrofobia» que le produce la invisibilidad, para Whale/Sheriff es producto de la droga que incluye en sus experimentos. ¿Por qué este cambio? Quizás se deba a que en 1916 el gran divulgador cientifico ruso Yákov Isídorovich Perelmán, publicó en su libro «Física recreativa 2» (1 y 2, grandiosos libros educativos) [7] todo un capítulo para refutar de forma didáctica la teoría propuesta por Wells. De este modo, introduciendo una droga ficticia al guión, no cabría posibilidad de impugnaciones. Es así como pasamos de una historia de «ciencia ficción» a una «fantasía científica», es decir, de echar mano a ciertas posibilidades teóricas de la ciencia que quizás algún día puedan probarse, a sustentar la narración sobre una teoría que jamás podrá ser probada por su origen artificioso.
En la novela de ciencia ficción, Griffin queda atrapado en la invisibilidad dado a que no puede revertir la fórmula, descubriendo cosas que no esperaba. De hecho, el anhelo voyeur de la humanidad de podernos colar en los secretos de los demás sin ser descubiertos, se desvanece con cosas tan elementales como el frío del invierno. ¿Cómo te desplazarías desnudo en invierno si eres un hombre o una mujer invisible? Si Griffin ya era un poco antisocial, su nueva situación lo va alejando más de la gente, convirtiéndolo en un inadaptado que se transforma en candidato a dictador para cambiar el orden político y social a su antojo. El mensaje de Wells refuerza la premisa de separar la ciencia del poder para que las buenas ideas se protejan y no se usen en contra del pueblo. En la película, en cambio, la droga solo irá mellando la cabeza del protagonista hasta una locura expresada en delirios de grandeza.
Griffin se muestra «invisible» ante todos
Dr. Arthur Kemp (William Harrigan) – «El hombre invisible» (1933)
En Iping no solo se han producido «algunos robos», sino que Griffin ha perdido el control «desenmascarándose» frente al pueblo, por lo que huye dejando todas sus pertenencias en la Posada. Luego conoce a un mendigo llamado Thomas Marvel (que no aparece en la película) a quien recurre para recuperar sus cosas (en la película, Griffin obliga a su colega Kemp a hacer este trabajo). Después de ello van desplazándose hacia el sur, camino por donde va acrecentándose ya una evidente locura y megalomanía por parte de Griffin y con un Marvel que solo desea escapar de su lado. Es así como el Hombre Invisible llega a la zona costera («Port Burdock») donde entra a una casa que por casualidad es la de su excompañero de universidad, el Dr. Kemp.
Allí, a través de una extensa charla entre ambos, conocemos por fin todo los sucesos anteriores a su llegada a Iping y sus teorías sobre la óptica: de cómo le era imposible avanzar en su investigación de tres años por falta de dinero, de cómo lo consiguió robándole a su padre quien luego se suicidó ya que ese dinero no era de él, de cómo aún así se instaló en una pensión en Londres para trabajar y obtener la fórmula, sus avances con la gata de la vecina, su experimento con él mismo para no ser descubierto por los vecinos, la explosión de la pensión donde vivía y de sus aventuras conociendo su invisibilidad y proveyéndose de su disfraz en el bazar de Omniums («el establecimiento más vasto de los de su género, inmenso almacén de toda clase de cosas») tras pasar una noche solitaria adentro.
Epílogo del artículo
La escena del espejo. Over shoulder que requirió cuatro negativos separados para su filmación: «Primero, había una toma de la pared y el espejo, con el espejo enmascarado con terciopelo negro: luego, una toma separada de la pared opuesta de la habitación, como se refleja en el espejo; tercero, la toma del hombre invisible, desde atrás, desenvolviendo sus vendas, y finalmente, el reflejo de él, desde el frente, haciendo el mismo acto». [8]
No había novia en el libro, sí en la película de 1933 que se llamaba Flora, por lo que reitero mi posición de que este nuevo filme está basado por ese detalle en la película del ’33 y no en el libro. Ahora la novia se llama Elisabeth y su «novio», Adrian Griffin… ¡y tiene un hermano! Es decir, van más lejos aún usando un elemento de «El regreso del hombre invisible» de 1940. No pretendo hacer campaña por bajarle los puntos a esta nuevo «reboot», de hecho me recuerda que otra buena película basada-basada en la obra de Wells como «El hombre sin sombra» de Paul Verhoeven, me parece una historia muy entretenida de ver.
Solo creo que es del todo justo remarcar que no ha habido más que en la cinta de 1933 dirigida por James Whale algo más cercano a la historia de HG Wells, tan bien lograda a pesar de las diferencias con el libro, tan certera en la construcción del personaje y, sobre todo, tan bien lograda en sus efectos especiales considerando la época, pues solo habían transcurrido algo más de tres décadas desde la invención del cine.
Sin duda uno de los grandes aciertos de la película de 1933, fue lo bien logado de la invisibilidad de Griffin, gracias al trabajo liderado por John P. Fulton. Si bien las primeras maestras y maestros como Alice Guy-Blaché o Georges Méliès habían experimentado con los efectos especiales desde los inicios del cine, o que estos ya formaban parte de la oferta de los nuevos largometrajes mudos de los años veinte («Metrópolis» de Fritz Lang, por nombrar un ejemplo), «El Hombre Invisible» se transformó en uno de los hitos de la década del treinta, tanto para los espectadores como para los profesionales detrás de las cámaras, dado que filmar las escenas donde Griffin aparece vestido solo con algunas prendas, «es un reto significativo. La parte del cuerpo que va a desaparecer se tapa con terciopelo negro y se fotografía contra un fondo de terciopelo negro. Al combinarla con un plano separado del decorado, la ilusión de invisibilidad es asombrosa» [9]. También las pisadas en la nieve despertaron curiosidad en la época, consiguiendo taquillas llenas de las salas de cine.
Ficha del Libro
- Título: «The Invisible Man» (El Hombre Invisible)
- Autor: H. G. Wells
- Editado por: Acme Agency S.R. Lda. | Colección Centauro
- ISBN 13: –
- Páginas: 189
- Año de la edición citada: 1947 (Acme Agency S.R. Lda. – Buenos Aires, Argentina) | Tercera edición 1952
- Año de la edición original: 1897 (C. Arthur Pearson – Londres, Inglaterra)
[1] James Whale fue un actor y director británico afincado en Estados Unidos responsable de clásicos del cine de terror como “Frankenstein” y “La novia de Frankenstein”. Se caracterizaba por el buen uso del “plano picado” y por sus característicos planos generales interiores que mostraban refinados decorados. En 1998 Bill Condon dirigió la película “Dioses y monstruos” sobre la vida de Whale, con Ian McKellen en el rol del realizador.
[2] “Pearson’s Magazine” es reconocida, entre otra materias, por haber sido la primera publicación del planeta en ofrecer un puzzle en sus páginas.
[3] Ver https://lecturonauta.wordpress.com/2017/05/18/como-escribir-un-protagonista-antagonico.
[4] R. C. Sheriff fue un dramaturgo, novelista y guionista británico. En 1928 su novela bélica “Journey’s End” fue llevada al teatro y dirigida por el propio James Whale en el Apollo Theatre en el West End de Londres y con Laurence Oliver en el rol principal. Luego vendría la versión fílmica en 1930. “El Hombre Invisible” no solo está basada en la novela de HG Wells, sino que además incluyó elementos de la novela “El asesino invisible” de Philip Wylie (1931), quien junto a Preston Sturges formó parte del proceso de elaboración del guión en su primera etapa, pero al no existir satisfacción con su trabajo, no se los mencionó en los créditos. Tras “El hombre invisible”, R. C. Sheriff siguió su colaboración con Whale escribiendo los guiones de “One more river” (1934) y “The Road Back” (1937).
[5] Gloria Stuart también trabajó junto a James Whale en “The Old Dark House” (1932).
[6] HG Wells fue también periodista, por lo que el texto no solo se debe leer como una crítica al gremio de la información, sino también como un chiste en que se ríe de sí mismo.
[7] Capítulo 9: “Reflexión y refracción de la luz. La vista.” 4. El Hombre Invisible; 5. El Poder del Hombre Invisible; 6. Preparaciones Transparentes (“¿Son justos los razonamientos físicos que sirven de base a esta novela? Indudablemente. Todo objeto transparente sumergido en un medio también transparente se hace invisible en cuanto la diferencia entre sus respectivos índices de refracción es menor de 0,05. Diez años después de haber sido escrita la novela “El hombre invisible” el profesor de anatomía alemán V. Spalteholz realizó su idea, aunque no en organismos vivos, sino en preparaciones muertas […] Claro está que desde esto hasta la realización de la utopía de Wells, sobre el hombre vivo transparente hasta el extremo de ser completamente invisible, queda mucho camino por recorrer. Decimos esto, porque todavía hace falta; primero, hallar el procedimiento de impregnar con el líquido decolorante los tejidos del organismo vivo, sin alterar sus funciones, y segundo, porque las preparaciones del profesor Spalteholz son transparentes, pero no invisibles; los tejidos de estas preparaciones pueden ser invisibles mientras se encuentren sumergidas en recipientes con líquidos de la refrangibilidad correspondiente. Serán invisibles en el aire cuando su índice de refracción sea igual al de éste, pero hasta ahora no sabemos cómo conseguirlo.“; 7. ¿Puede ver el Hombre Invisible? (“¡El hombre invisible tiene que ser ciego! ¿Por qué era invisible el héroe de la novela? Porque todas las partes de su cuerpo – y entre ellas los ojos – se hicieron transparentes y adquirieron un índice de refracción igual al del aire. Pero recordemos en qué consiste el papel de los ojos. El cristalino, el humor acuoso y otras partes transparentes del ojo refractan los rayos de luz de tal forma que sobre la retina se obtiene la imagen de los objetos que se hallan fuera. Pero si la refrangibilidad del ojo y la del aire fueran iguales desaparecería el origen de la refracción, porque cuando la luz pasase de un medio a otro de igual refrangibilidad los rayos no cambiarían de dirección y, por lo tanto, no podrían converger en un punto. Los rayos de luz deben pasar a través de los ojos del hombre invisible sin encontrar ningún obstáculo, sin refractarse ni detenerse en ellos, debido a la falta de pigmentos y, por consiguiente, no pueden producir en su conciencia ninguna imagen“. http://www.librosmaravillosos.com/fisicarecreativa2/pdf/Fisica%20Recreativa%20II%20-%20Yakov%20Perelman.pdf
[8] Libro “Claude Rains: An Actor’s Voice”, por David J. Skal con Jessica Rains, The University Press of Kentucky (2009).
[9] Documental Now You See Him: The Invisible Man Revealed
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Directed by James Whale