Italianamerican, un retrato sobre los inmigrantes itálicos de Nueva York desde el punto de vista de los padres del realizador Martin Scorsese.
Después que Martin Scorsese, uno de mis artistas predilectos, ganó el Oscar como mejor director con “The Departed” (Los Infiltrados), algunos amigos me preguntaban por qué no escribía algo sobre eso. Pero la verdad es que no hay cosa que me importe menos que los Oscar. ¿Qué importancia puede tener una entrega de premios local como aquella? Que Scorsese no hubiera ganado ese premio antes es un problema de los estadounidenses, que no pasa de ser una anécdota y un reflejo de cómo la política está inmersa en todos los ámbitos. Veo a muchos jóvenes pendientes en demasía de dichos premios; periodistas y rostros que escriben muchas páginas que demuestran el moderno apego por las cifras y las estadísticas, y no por lo que en verdad importa: la obra. Scorsese es mucho más que su estatua dorada. Scorsese es su filmografía, una absolutamente ligada a su etnia, a su barrio, a su origen inmigrante. En ese sentido, la que a mi juicio retrata con mayor acierto esta necesidad de encuentro con su raza, no es una película de ficción, ni menos una superproducción candidata al Oscar, sino más bien un sencillo documental de 47 minutos: “Italianamerican”(«Ítaloamericanos», o mejor dicho «Ítaloestadounidenses»).
Hacia 1974 Martin Scorsese ya había dirigido cortometrajes en la universidad y dos largos personales: «Who’s that knocking at my door?” (¿Quién golpea a mi puerta? – 1967) y “Mean Streets” (Calles Peligrosas – 1973), ambas con lo italiano como nudo central, con sus culpas religiosas, sus clanes, sus códigos de honor y sus sistemas de relaciones. Un año antes, en 1972, había abordado para el productor Roger Corman su primer filme por encargo, “Boxcar Bertha”, con David Carradine (Kung Fu, Kill Bill) y Barbara Hershey, quien años más tarde encarnaría a María Magdalena en “The last temptation of Christ” (La última tentación de Cristo – 1988). Pero también había tomado la mano al género documental. En 1970 trabajó en el montaje de “Woodstock”, y en 1972 fue el supervisor de montaje en “Elvis on tour”. Sin embargo fue en 1970 cuando dirige “Street Scenes”, su primera experiencia como director de un documental, mostrando dos protestas, una en Nueva York y otra en Washington, en contra de la guerra de Vietnam. Así las cosas, y antes de dar a conocer al mundo su película de ficción “Alice doesn’t live here anymore” (Alicia ya no vive aquí – 1974), con una magistral actuación de Ellen Burstyn (El Exorcista, Réquiem por un sueño), Scorsese estrena “Italianamerican”, un sencillo y, por qué no, bello documental acerca del origen de los ítaloamericanos en los Estados Unidos.
El foco de investigación de Scorsese, si bien simple, no fue menos ingenioso: su misma familia. Es que para hablarnos de cómo llegaron los italianos a la América del norte, el realizador se vale de una entrevista a sus propios padres en el living, la cocina y el comedor de la casa paterna. De lo singular a lo general. En los primeros segundos, la exposición es clara: el poder del matriarcado para los itálicos es enorme. La señora Catherine Scorsese no solo mandonea a su esposo, sino que también al hijo, a quien le llama la atención por no hacer bien las preguntas. Es como se ve una pareja de italianos desde afuera, desde la primera mirada. Martin Scorsese escoge otro elemento absolutamente italiano como eje central: la preparación de la salsa de tomates. Esta es la pregunta inicial, ¿cómo aprendiste a prepararla? y la cámara va junto a la madre del realizador a la cocina, donde ella cuenta los secretos de una buena salsa, con albóndigas incluidas (¡maravilloso!) y cómo fue que heredó esa información de su madre y de la madre de su esposo. No imagino a una chica de hoy hablando tan bien de su suegra. Es que la comida es un elemento central para la cultura italiana, por lo que este eje es un tremendo acierto. Paralelamente don Luciano, Charles Scorsese, abre una puerta distinta. Sin su mujer se siente más relajado y narra sus inicios con soltura, contando pequeñas anécdotas que describen hechos fuera de casa, mientras la mujer se centra en hechos que ocurrían dentro del hogar.
La pareja discute con soltura sin importarles la presencia de los técnicos que acompañan a su hijo. “Habla con naturalidad, no actúes”, le dice él. Algo de esta imagen de ambos sentados en el sillón me recuerda a los padres de Virgil Starkwell, el ladrón personificado por Woody Allen en “Take the money and run”: «Y hay veces que nos sentamos y le digo, Charlie, ¿estamos enfadados?, ¿por qué no hablamos?, y me dice ¿qué quieres que te cuente? ¡llevas en casa todo el día, al menos háblame!» / «¿qué le dices a alguien después de estar juntos 40 años?». Pero a diferencia de los progenitores de Starkwell, estos padres no se avergüenzan de su hijo, ni menos de sus orígenes. Como buenos italianos hablan hasta por los codos, rememorando con tal cariño a los abuelos, a los tíos o a los primos, que uno desearía ser italiano aunque sea sólo para sacarse una foto multitudinaria o sentarse a una mesa inmensa, como en “La Familia” de Ettore Scola.
Es el inicio del segundo acto, con los Scorsese hablando de cómo llegaron sus familias a Nueva York. Cómo fue que sus padres se embarcaron en pequeños navíos cuyos viajes duraban un mes. De cómo se instalaban en pequeños departamentos con un par de habitaciones que debían albergarles a ellos y, muchas veces, a sus parientes que les seguían en busca de un futuro económico mejor. De cómo debían producir su propio vino para ahorrar dinero (“no, Cathy, no es así… si usas los pies, no necesitas la máquina” / “¿y cómo le sacas el jugo?” / “solamente usaban los pies cuando no tenían máquina para moler las uvas (…) no me enseñes a mí, que yo también he hecho vino” / “en todo caso mi padre tenía buen vino”). De cómo las mujeres criaban, cocinaban y arreglaban ropa ajena, todo al mismo tiempo. De cómo fue la relación con los irlandeses, judíos y chinos instalados en Nueva York. De cómo se formó Little Italy.
En esta parte del relato, Scorsese introduce someramente los pocos minutos disponibles de imágenes fílmicas de archivo que superpone con imágenes captadas por él, y que describen a los obreros en las industrias y el boyante comercio callejero, con puestos al estilo de las ferias libres. Las fotografías familiares también son un elemento de información importantísima que ejemplifica la narración de los Scorsese, como los patios interiores, la ropa tendida a la vista de todos e imágenes de toda la parentela posible. Y, por supuesto, las fotografías de la familia en Italia, país que visitaron al cumplir 39 años de matrimonio y que les sirvió para justificar el trabajo de dos o tres generaciones que con tanto esfuerzo decidieron arraigarse en suelo estadounidense. Es que en Italia hay mucha pobreza, dicen, “no hay industrias”.
Es en el comedor, mientras cenan, cuando ambos ya se muestran sueltos y hablan con normalidad, incluso el padre, que siempre está más callado en presencia de la esposa. Se trata de un documento hermoso, de una simpleza impresionante. Se nota lo bajo del presupuesto en el errático montaje, pero a la vez, se nota el talento de quién sabe que una buena idea y un poderoso mensaje superan los alardes tecnológicos, y que con eso basta para embarcarse a contar una historia.
Datos curiosos
Catherine Scorsese participó activamente del trabajo cinematográfico de su hijo, desde encargada del catering (la comida), hasta asistente de producción en “After hours» (Después de hora – 1985). Pero fue en pequeños roles donde esta dueña de casa es más recordada. Algunas de sus apariciones son:
- Madre de Tommy DeVito (Joe Pesci) en “Goodfellas” (Buenos Muchachos – 1990)
- Madre de Piscano (Vinny Vella) en “Casino” (1995)
- Madre de Rupert (Robert de Niro) en “The King of Comedy» (El Rey de la Comedia – 1982)
Incluso aparece en un pequeño rol en “El Padrino III” (1990), de Francis Ford Coppola, amigo de Martin Scorsese, en una escena en un café. Murió en 1997. En los créditos de “Kundun” (1997), su hijo le dedica la película.
Charles también actuó en algunas películas de su hijo, tales como:
- “Raging Bull” (Toro Salvaje – 1980)
- “The King of Comedy» (El Rey de la Comedia – 1982)
- “After hours» (Después de hora – 1985)
- “Goodfellas” (Buenos Muchachos – 1990)
Juntos aparecen en “Cape Fear” (Cabo de Miedo – 1991). Luciano Charles Scorsese murió en 1993.
Vaya este artículo como homenaje a «Don Natalio» y la «Señora Lala», los Meta-Buscaglia, los ítalochilenos de mi barrio, unos que se trajeron de la península, si no una salsa con albóndigas como la de Catherine, sí una receta para la preparación de la pizza más sabrosa que he probado en toda mi vida.
por Denis Eduardo Leyton
publicado originalmente el 15 de julio de 2007.