Protagonizada por Doris Day, «¿Qué hacías cuando se fue la luz?» (Where were you when the lights went out?) es una película inspirada en el gran apagón que afectó a la costa este de Estados Unidos en 1965.
Los archivos históricos indican que el 9 de noviembre de 1965 el sistema interconectado de electricidad que une Canadá con la costa este de Estados Unidos sufrió un desperfecto que ocasionó un apagón de 14 horas. Más de 30 millones de personas quedaron a oscuras, entre ellas las de la ciudad de Nueva York, que vio paralizados su tren subterráneo, ascensores y medios de comunicación, en medio del caos en las calles por la falta de semáforos y con sus dos aeropuertos internacionales funcionando con sistemas de emergencia. Por supuesto, una cadena de hechos significativos se sucedieron esa noche: cortes de agua y de gas; 600.000 personas atrapadas en los trenes; bloqueo de las estaciones de bencina; cancelación de espectáculos; y —según reza la leyenda— un “baby boom” de pequeñas y pequeños leos que nacieron 9 meses después. Por supuesto, la industria de la entretención vio las posibilidades de inmediato.
El dramaturgo y guionista francés CLAUDE MAGNIER escribió la obra teatral “Où étiez-vous quand les lumières se sont éteintes? (¿Dónde estabas cuando se apagó la luz?)” que sirvió de base para que el productor EVERETT FREEMAN y el guionista KARL TUNBERG (“Ben Hur”, “Taras Bulba”, “Cannon”, “Bonanza”, “Chips”) la adaptaran al cine. El director escogido, HY AVERBACK, es un nombre conocido para los que, como yo, somos fans de “M*A*S*H”, la serie que protagonizara Alan Alda y que dirigió en 17 episodios. Para Averback la ficción televisiva fue un escenario más propicio para su desarrollo como realizador, lo que evidenció en otras series como “Columbo”, un capítulo de “McCloud” con Dennis Weaver, la segunda temporada de “El Crucero del amor”, “Los Dukes de Hazzard” y un episodio de “La Reportera del Crimen”.
El guión (lo mejor de la película), sitúa la acción en Nueva York y se vale del apagón del ’65 para entrelazar la historia de cuatro personajes. WALDO ZIRRER (Robert Morse), un ejecutivo que se ve desplazado por el hijo del dueño de la compañía en la que trabaja; MARGARET GARRISON (Doris Day), una superestrella de Broadway que no quiere ir a Hollywood para privilegiar su matrimonio y una futura maternidad; PETER GARRISON (Patrick O’Neal), un exitoso y mujeriego arquitecto casado con Margaret; y LADISLAUS WALICHEK (Terry-Thomas), el manager de la actriz que solo desea ver destruido el matrimonio de su representada para llevarla a trabajar a Los Ángeles.
Waldo Zirrer decide robar el dinero de los accionistas de Magatronics INC., aprovechando su posición de tesorero de la compañía. Margaret, que se apronta a asistir a un ensayo de «The Constant Virgin» (¿una ironía a la imagen de chica virginal que proyectaba en los ’60?), deja a una periodista que le hace una entrevista en casa en compañía de su esposo Peter. Mientras que Ladislaus, que ha regresado de una sesión de psicoanálisis, intenta convencer a Margaret para que firme un conveniente contrato. Es en ese momento cuando se corta la luz. Waldo y Margaret, cada uno por su lado, intentan en vano tomar un taxi o comprar pasajes del metro, todo en medio de una gran congestión vehicular y de personas que han quedado varadas en el centro de la ciudad, tal como ocurrió realmente.
Margaret logra llegar a casa y descubre a su esposo con la periodista en «situación de intimidad». Furiosa emprende rumbo a la casa que poseen en Canton, Connecticut (a unos 150 km. al noreste de Nueva York), donde cegada por la ira, decide tomar un cóctel de gotitas para dormir. Paralelamente, Waldo que huye de Nueva York hacia el norte, queda varado en el camino por una avería de su «nuevo» auto y opta por entrar a una casa para pedir prestado el teléfono. No encuentra a nadie, pero de igual modo decide entrar para llamar a un mecánico. Mientras lo hace, se toma un vaso de agua que encuentra junto al teléfono. Misma casa, mismo vaso. Con una buena dosis de droga en la cabeza se recuesta en el sofá de la casa. Margaret, que estaba buscando leña para la chimenea, no da más con el sueño y se recuesta… en el mismo sofá.
Sin embargo, los problemas reales comienzan cuando llega Peter, quien accidentalmente y sin darse cuenta, manda el maletín con dinero de Waldo a un árbol del jardín. Él espera encontrar en casa a su esposa para darle explicaciones, pero el espectáculo que encuentra es el de un sofá compartido por la actriz y un desconocido. Aquí es donde se desencadena la comedia en su máximo esplendor. Ladislaus, quien recibió una llamada de deshogo de su representada, ha debido dormirse en una gasolinera ante la imposibilidad de cargar el estanque por el corte de luz. Pero la energía se reanuda a la mañana siguiente, y las explicaciones deberán ser contundentes. El manager se presenta en la casa haciendo todo lo posible para que Margaret firme el contrato, avivado por la noticia de la infidelidad del Señor Garrison. Waldo en tanto, no piensa marcharse sin su maletín; Peter, quien estuvo a punto de matar a Waldo en la noche, ya no resiste la presencia del extraño; y Margaret no recuerda ni entiende nada.
Sin duda “¿Qué hacías cuando se fue la luz?” (Where were you when the lights went out?) no es una superproducción en cuanto a presupuesto, por lo tanto, el registro de las acciones se traduce a mucho set y decorados más cercanos a las sitcoms. Averback no recurre a detalles ni encuadres arriesgados, ciñéndose más bien a su fuente original, a la obra de teatro. La verdad es que estéticamente es una suerte de híbrido entre sitcom y teatro, donde lo más destacable es la apuesta de casi cuarenta minutos de película en que todo es a oscuras. Iluminar la oscuridad fue un reto superado por ELLSWORTH FREDRICKS.
Por eso digo que lo más destacado es el guión. Ahí sí hay lucimientos y círculos que se cierran con habilidad. ¿Un detalle? No es casualidad que a los dos minutos, en plena presentación de personajes y conflictos, veamos a Ladislaus espiando a las modelos y actrices a través de un agujero que tiene en la pared de su oficina. Tras una hora de película, el manager intenta destruir el matrimonio de los Garrison a toda costa. Él sabe dónde está el maletín de Waldo, pero sólo le dará la información al ejecutivo si es que éste convence a Margaret de que en la noche sí tuvieron un encuentro sexual. ¿Cómo la puede convencer? El representante le da un dato importante: ella tiene un lunar con forma de estrella “en el punto más al sur de la espina dorsal”. ¿Y cómo sabe eso el Sr. Walisheck?: por el agujero de su oficina. Lo que a los dos minutos nos pareció sólo la escena que describe a un sujeto desviado que espía a las chicas, es en realidad un antecedente, una herramienta fundamental para el desarrollo de la trama.
Antes de esta película a Doris Mary Ann von Kappelhoff (nombre de la también cantante Doris Day), la conocí en «Un toque de mink» con Cary Grant, y en “Pijama para dos” (Pillow Talk) y “No me manden flores”, ambas co-protagonizadas con Rock Hudson (esas donde las parejas dormían en camas separadas según ordenada el código de censura-moralino-republicano-conservador «Hays»). Clásicos de las Tardes de Cine de la TV. Años más tarde, y yendo para atrás en el tiempo, la descubriría como Josephine Conway McKenna en “El hombre que sabía demasiado”, de Alfred Hitchcock, con James Stewart como pareja de reparto, y como Jo Jordan en “El trompetista”, del húngaro-estadounidense Michael Curtiz, con Kirk Douglas y (suspiros) Lauren Bacall. Aquí Doris Day se presenta en la última etapa de su reinado. Robert Morse también encontró en la televisión un terreno fértil para su actuación, participando en capítulos de “Alfred Hitchcock Presenta”, “Galería Nocturna”, “Amor al estilo americano” (buenísima), “La isla de la fantasía” y “La dimensión desconocida”, entre otras. Patrick O’Neal también fue un animal de las series de televisión, como “Columbo”, “Canon”, “McCloud”, “Las calles de San Francisco” o “Barbaby Jones”, pero que también intervino secundariamente en importantes producciones como “Apuntes del Natural” (Martin Scorsese) o “Alice” (Woody Allen). Sin embargo, uno que debe tener el rótulo de los mejores actores secundarios de la historia del cine es Terry-Thomas, un actor cómico inglés que lucía su prominente separación entre los dientes incisivos. Su rostro forma parte del imaginario cinematográfico gracias a películas como “El mundo está loco, loco, loco”.
por Denis Leyton
(publicado originalmente en enero de 2006)