Thunderbirds: Llamando a Rescate Internacional

Thunderbirds, serie de televisión británica de ciencia ficción de la década del ’60 realizada con marionetas y maquetas. En una isla secreta del Pacífico, una familia tiene el centro de operaciones de su organización de ayuda mundial de emergencia: Rescate Internacional. Creada por el productor Gerry Anderson, también fue conocida en español como «Guardianes del Espacio».

Cada vez que veo la presentación de «Thunderbirds» (1965) y escucho esa música compuesta por Barry Gray, la máquina cerebral se mueve de manera más acelerada que de costumbre. La admiración artística y los flashes de sensaciones infantiles se mezclan y actúan con decisión. Esta serie de TV inglesa, también conocida como “Guardianes del Espacio” (un nombre para el mercado hispanohablante francamente absurdo), es una de las propuestas audiovisuales más originales del siglo 20 y — tal como la gran mayoría de las cosas que intento destacar en este blog — una de mis predilectas.

Presentación de la serie «Thunderbirds».

La Historia

El “juego”, la historia de los “Thunderbirds”, nos sitúa en un escenario bastante formal, donde un exastronauta estadounidense, viudo y multimillonario, Jeff Tracy, decide crear una organización de ayuda internacional independiente y dueña de una tecnología nunca antes vista para el año que corre: 2026. Para ello ha convocado al “Genio” Brains, un joven ingeniero dueño de un talento único (un ingeniero simpático y ¡humilde!) que fue capaz de diseñar 5 naves (una de ellas un satélite), novedosas armas, sofisticados artilugios y una infraestructura alucinante en la isla donde viven, en algún lugar secreto del océano Pacífico.

El grupo se hace llamar Rescate Internacional y en él participan los cinco hijos de Tracy; dos originarios de Malasia, el mayordomo Kyrano y su hija Tin-Tin (colaboradora permanente de las misiones y a quien se la relaciona sentimentalmente con Alan Tracy); y una agente secreto con sede en Londres. En la isla de la familia Tracy también vive la Abuela. Toda la organización está al servicio de emergencias como puentes a punto de derrumbarse, naves espaciales que se desvían al sol (uno de los mejores capítulos), arqueólogos atrapados en pirámides fabulosas, edificios a punto de colapsar e, incluso, atentados terroristas, donde uno de sus habituales cerebros es “Hood”, hermano de Kyrano.

La idea de la identificación es una constante que los productores de series intentan aplicar sí o sí. Sin ese proceso entre espectador y personajes, es casi imposible producir afectos y, por supuesto, fidelidad. Y para ello la reiteración es una clave universal. De esta forma, la serie presenta capítulo a capítulo los rituales asociados a las naves, como cuando los pilotos se embarcan en ellas. La misma música, los mismos tiros de cámara, la misma sensación: la emoción de ver las naves en acción.

Las Naves

Los “Thunderbirds” son maquinarias muy distintas unas de otras y poseedoras de características inauditas (sobretodo considerando la época). En mi caso, de niño alucinaba con el Thunderbird 3, la nave espacial, quizás influenciado por la carga de imágenes e información sobre adelantos espaciales que había en mi casa; y nunca me interesó mucho el Thunderbird 4, el submarino. Sin embargo, me identificaba con la personalidad de Scott y de Virgil… y me encantaban por igual la agente en Londres y Tin-Tin.

Thunderbird 1: Piloteado por Scott Tracy, el hermano mayor, se trata de la nave exploradora, la primera en llegar a los llamados de ayuda. Es básicamente la versión para la tierra de lo que conoceríamos como cohete espacial. Scott es claramente el líder de los hermanos, el segundo a cargo. La nave está oculta bajo la piscina de la casa.

Thunderbird 1

Thunderbird 2: Comandado por Virgil Tracy, es el sueño militar hecho realidad. La verde aeronave es una suerte de Avión Hércules evolucionado, donde la carga (elementos de rescate), en lugar de ser subida por una rampa, es transportada por modernos y curvos contenedores, los POD, que se adaptan en forma y color a este avión gigante. Un momento clásico de la serie es cuando Virgil debe embarcarse, para lo cual se traslada por un mini tobogán.

Thunderbird 2

Thunderbird 3: A cargo del astronauta Alan Tracy, el menor de los hermanos, esta es derechamente una nave espacial. El rojo cohete tiene como fin apoyar misiones fuera de la Tierra, además de — adelantándose a los tiempos — servir de nave abastecedora del Satélite de la organización familiar, tal como hoy se abastece a la Estación Espacial Internacional. Los creadores de la serie determinaron que el TB3 se acoplara con el TB5 diez años antes de que el «Apolo» se ensamblara en el espacio con la nave rusa «Soyuz». Alan y sus eventuales compañeros de viaje se transportan a la nave desde el sofá del estudio de Jeff.

Thunderbird 3

Thunderbird 4: Responsabilidad del acuanauta Gordon Tracy, se trata de un mini submarino que tiene como función liderar las misiones bajo el agua. La embarcación amarilla es transportada por el TB2 en el contenedor N°4.

Thunderbird 4

Thunderbird 5: Se trata de un moderno satélite comandado por John Tracy, quien explora las comunicaciones de todo el mundo en que se necesite la ayuda de Rescate Internacional. Cada cierto tiempo John baja a la Tierra en el TB3, quedando su hermano Alan a cargo del satélite. John pasa mucho tiempo en el espacio, por lo que los creadores también anticiparon lo que recién empezarían a experimentar los rusos en la estación orbital «MIR» a partir de 1986.

Thunderbird 5

Otros clásicos de la serie son el Topo o La Mole (transportado en el módulo 5 del TB2) y el FAB 1, el rosado Rolls Royce de seis ruedas de la «agente en Londres«. En efecto, la rubia Lady Penelope Creighton-Ward, que vive en una lujosa mansión de la capital británica, es todo un paradigma de la guerra fría, una fiel representante de los servicios secretos (en este caso de uno privado y no del MI6), algo así como la versión femenina de James Bond. La agente es apoyada por su leal asistente Aloysius Parker.

Abordo del FAB 1, Lady Penélope y Parker enfrentan a The Hood.
La «Mole» o el «Topo»

Supermarionation y las nuevas temáticas: un nuevo mundo hecho a escala

La técnica empleada en “Thunderbirds” fue desarrollada por el inglés Gerry Anderson y un grupo de colaboradores, entre ellos su esposa Sylvia Anderson, quienes emplearon marionetas operadas con delgados alambres en lugar de los clásicos hilos, y por diminutos cables eléctricos que enviaban pulsos generados por el sonido de las voces previamente grabadas, sincronizándose así el movimiento de sus bocas con los diálogos de manera instantánea. A todo este sistema se le denominó “Supermarionation”. Sin embargo, no es éste el único aspecto original. Lo realmente novedoso estuvo en sacar a la marioneta de su entorno clásico, el teatro infantil y sus decorados de bosques encantados y castillos de cartón. Anderson y compañía, refugiados en la compañía AP Films, incorporaron a la ficción infantil nuevos tópicos y entornos, como el espionaje y la ciencia ficción, creando un universo más cercano a la verdadera preocupación de ese momento histórico: la guerra fría y el inicio de los viajes espaciales.

En el caso de los «Guardianes del Espacio”, al momento de su salida al aire el mundo asistía al inicio de la Guerra de Vietnam, a la instauración de la Revolución Cubana, a un casi enfrentamiento nuclear en 1962 y a la expectativa de ver al hombre por primera vez en la luna antes de terminar la década. En Thunderbirds, Anderson se aventuró en la ciencia ficción a diferencia de la fantasía que planteó años después en “Capitán Escarlata” donde los Spectrum se enfrentan a marcianos, teoría no confirmada, la de la vida en el planeta rojo. Si es que nos apegamos a su estricta definición, “una historia que se desarrolla en el futuro amparada en teorías científicas y/o sociales que sólo en ese entonces podrán ser llevadas a la práctica”, esta serie sí es ciencia ficción pura.

Sus personajes se comunican por “videoteléfono”, se transportan en trenes ultraligeros y, como ya conté, el TB5 es reabastecido por un cohete que es reutilizado. Todos esos adelantos que sí existen, en la década del ’60 eran sólo una posibilidad futura, nuevas invenciones que aún no contaban con la tecnología necesaria para ser fabricadas. Las marionetas entonces viven sus aventuras rodeadas de artefactos “impresionantes”, interactuando en un planeta con una nueva arquitectura recreada con maquetas y con efectos especiales (contaminantes explosiones la mayoría) propios del cine de ficción. Un nuevo mundo hecho a escala.

Filmación de una escena del Thunderbird 1
Filmación de una escena del Thunderbird 1

“Thunderbirds” constó solo de 32 capítulos de 50 minutos (una hora de televisión) entre 1965 y 1966, y dos largometrajes: “Thunderbirds are go” (1966) y “Thunderbird 6” (1968). Gerry Anderson produjo otras series utilizando esta técnica, como “Supercar” (1961-1962), “Fireball XL5” (1962-1963), “Stingray” (1964), el citado “Capitán Escarlata” (1967) y “Joe 90” (1968).

Junto a Sylvia Anderson dieron vida además a una buena serie protagonizada por actores de carne y hueso, “Cosmos 1999” (Space 1999), con el rol protagónico a cargo de Martin Landau (Intriga Internacional, Cleopatra; Misión Imposible, la serie; Tucker, el hombre y su sueño; Crímenes y Pecados; Ed Wood; The X Files, la película). Con respecto a la pésima adaptación al cine de «Thunderbirds» realizada hace un par de años en Hollywood, solo afirmaré lo siguiente: sin comentarios.

Story board de Thunderbirds
Story board

En cuanto a nuevas experiencias con Supermarionation como la película “Team America” de los realizadores de South Park, creo que caen en una mala ironía. El hacerse los graciosos, porque somos los más graciosos de todos, mata el tremendo esfuerzo que implica realizar series o películas con esta técnica. En 1991 se estrenó el videoclip codirigido por Gerry Anderson y Steve Barron «Calling Elvis». La gran banda británica Dire Straits le permitió al creador de la Supermarionation autohomenajearse, mostrando al grupo liderado por Mark Knopfler convertido en marionetas, además de la incorporación de Rescate Internacional a la historia, con la participación activa de un Jeff Tracy mucho más canoso. Incluso, me atrevo a decir que la participación de Thunderbird 4 en la tina de la protagonista, es una cita a «Átame» de Pedro Almodóvar estrenada un año antes.

«Calling Elvis», Dire Straits (1991). Dirección: Gerry Anderson y Steve Barron.

Creo que “Thunderbirds” simboliza el juego infantil llevado aquí a guión. Cuando retrotraigo mi propia experiencia, veo en la pantalla una versión mejorada de las historias que nos inventábamos de la mano de avioncitos, naves espaciales, autitos matchbox y pistolas a fricción. Pero además, incluye otro eslabón importante: la marioneta.

Desde una perspectiva masculina, el «muñeco» diseñado para esta serie es bastante similar a la figura de la «muñeca”, la compañera inseparable de los juegos de las chicas. Jugar con ellas para muchos de nosotros era un tabú, una prohibición de género. Esta serie era la oportunidad de ver la versión masculina, la relación de equilibrio, una parte faltante. Viéndolo en el tiempo, con esta serie los chicos jugábamos a las muñecas. Desde este punto de vista, observar las figuras femeninas de la serie, provocaba algo parecido a lo que Terry, el amor de Candy, producía en las niñas. Solo que en los pequeños varones criados en un mundo machista (y tal como lo expresé con Melody), este era un proceso secreto.

por Denis Eduardo Leyton
publicado originalmente el 16 de agosto de 2007


Nota publicada en 2019

  • Gerry Anderson falleció el 26 de diciembre de 2012. Para su funeral, su ataúd llevaba encima una enorme corona de flores y plantas con forma del Thunderbird 2. Tenía 83 años.
  • Sylvia Anderson murió el 15 de marzo de 2016 a los 89 años. Su gran aporte a la serie fue sin duda la incorporación de Tin-Tin, para equilibrar el mundo masculino propuesto por la historia, pero por sobre todo, la voz y la caracterización de Lady Penelope.
  • La pareja se había divorciado en 1981 tras 21 años de matrimonio.

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«Guion para un cine posible» de Orlando Lübbert, es una extraordinaria guía tanto para quienes desean incursionar en la escritura de guiones cinematográficos, como también para quienes buscan perfeccionar la técnica. Pero también es una puerta abierta para conocer desde la teoría el proceso de construcción de guiones con el fin de comprender mejor los relatos fílmicos. Un libro que, a diferencia de otros ejemplares sobre guiones, posee como característica su perspectiva latinoamericana.

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